para el primer parcial de Tendencias del Diseño Contemporáneo.
Para ser sincera me daba miedo no estar lo suficientemente inspirada para escribir hoy, pero me doy cuenta que no es necesaria tanta inspiración cuando el tema tiene tanto para decir que parece que hablara por sí solo.
Si la pregunta es que relevancia tiene el concepto que trabajamos en este curso, sustentabilidad, en el mundo actual, creo que no hay nadie que pueda decir que es poca. Las preocupaciones por el daño que el hombre causa en el mundo y la manera en que lo estamos destruyendo, crecen y crecen, aunque algunos no las vean. La palabra aparece por todos lados y la gente que es un poco más consciente de que necesitamos vivir en un ambiente sustentable está tratando constantemente de concientizar a el otro.
Hace un par de días leí una nota que decía “no ser sustentable ya no será una opción”. (De paso la dejo por aquí por si alguien más la quiere leer.) No nos queda otra. Es, si o si, un tema que tiene que estar en boca de todos. En las calles, en los niños en las escuelas, en las casas de familia, en los comercios que ofrecen servicios, en las grandes empresas, en los gobiernos. Necesitamos darnos cuenta de que se puede vivir diferente, se puede vivir sustentablemente o al menos un poco más de lo que la mayoría de la gente lo hace ahora.
Uno de los conceptos que surgió de los seminarios es el upcylcling. (Y acá profe, respondo dos preguntas en una porque, no solo es de lo que más me interesa sino que también tiene que ver con el diseño contemporáneo.) Como estudiantes de diseño, creo que tiene un gran valor poder aplicarlo. No es solo diseñar o rediseñar, sino revalorizar elementos de los tantos que ya no tienen uso en este mundo, pensando en cada una de sus partes. Aplicando pocos procesos productivos, dando nuevas funcionalidades y permitiendo la posterior reutilización del mismo. ¿Para qué queremos seguir llenando el planeta de cosas que sabemos que algún día no se van a poder usar más? Tenemos la capacidad de hacernos esa pregunta y también de cambiar ese rumbo.
Conocer los procesos de diseño nos permite pensarlos de principio a fin: de dónde vienen, cómo se usan y a dónde van. ¿Te imaginás que todos los objetos que te rodean tuvieran una historia para contarte y tu uso es una pequeña parte de ella? Me cuesta pensarlo más allá de que parece una gran estrategia de marketing.
Un proyecto uruguayo que me gusta mucho, que hace diseño y que cuenta historias es Muta, armazones de lentes de sol fabricados con plásticos reciclados. Lo llevan adelante tres estudiantes de diseño industrial que hace muy poquito recibieron financiamiento de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) para continuar con este emprendimiento.
No se si hay algo que hable más de una persona que lo que lleva puesto y sobre todo si es en la cara. Estos lentes gritan desde lejos "¡soy sustentable!". Y lo mejor es pensar que, se hacen con envoltorios que la gente les arrima y que es muy fácil volver a generar materia prima a partir del armazón aplicándole calor. Así que: ¡ciclo cerrado!
Este curso me permitió ser más flexible en cuanto a mi concepto de sustentabilidad, y no solo verlo en cosas como estas en que se nota a leguas. Me dejó aplicarlo y relacionarlo con áreas en las que capaz nunca lo hubiese hecho. Por eso voy a citar acá uno de los ejemplos que trajo la seminarista Carol García, que vi en varios blogs, pero que aún no aparece en el mío: Bihor.
Una comunidad de mujeres de Rumania que reclama a otras marcas el origen de sus bordados. Consideran que se apropiaron de su cultura, de un elemento que surgió en sus manos, en su región, para venderlo a miles de dólares en un mercado que no conoce su historia. Un mercado que es más consumista que otra cosa. Se unen aquí la cultura y la sustentabilidad.
Espero que esta flexibilidad no haya surgido solo en mí, y que todos los que leyeron este blog o crearon el suyo propio, nos podamos cuestionar un poco más sobre que tan sustentables queremos ser con lo que consumimos y, sobretodo, con lo que creamos.